La responsabilidad del ‘ciudadano empresa’

Las empresas como ciudadanos

Las empresas como ciudadanosEn una época en la que los mercados son, definitivamente, elementos indispensables a la hora de comprender el desarrollo mundial, y no solo a nivel financiero, las empresas son, más que nunca, ciudadanos.

¿Qué significa semejante afirmación? Básicamente que las empresas se han convertido en elementos indispensables en el equilibrio de nuestras sociedades, como generadores de empleo y riqueza, pero también como elementos de participación en el entorno, corresponsables de lo que sucede en él, y por tanto, ‘obligados’ a minimizar su impacto y ampliar su compromiso con el desarrollo de sus comunidades.

En definitiva, las empresas, en su papel de personajes protagonistas de esta obra que es nuestro sistema, tienen un papel importante a la hora de colaborar a que éste sea más justo, comprometido y equilibrado (sin olvidar que, en muchos casos, son las empresas las que tienen más capital disponible para invertir en este tipo de proyectos). De ahí el auge de la Responsabilidad Social Corporativa, RSC (o RSE en su vertiente Responsabilidad Social Empresarial).

Hablando con un amigo hace unos día sobre el tema (mi trayectoria profesional me está dirigiendo hacia ese sector) , él me comentaba que, claro, eso de la RSC no es más que una estrategia de imagen de las empresas. En resumen, una especie de máscara para «tapar» el capitalismo salvaje que presuntamente practican.

Si bien no soy ingenua y sé que hay una parte importante de marketing en las estrategias de RSC, también es cierto que creo firmemente que hay más de un directivo, CEO, manager, etc., que ha descubierto el amplio valor de la ética empresarial. Un valor que se mide en términos económicos, por supuesto, que para eso son empresas, pero también se mide en otros valores que aportan mucho más allá que simple dinero.

Una buena estrategia formativa entre los trabajadores, o una filosofía de retorno de lo contaminado (como por ejemplo la campaña de Compensación del CO2 emitido de Europcar), son, efectivamente, fórmulas para transmitir una cierta imagen (positiva) de la empresa, pero a la vez están realmente aportando su grano de arena a, aunque pequeño, a solventar los problemas asociados a su gestión que generan. Cualquier acción humana tiene un efecto sobre el entorno: proponer formas de reducir ese impacto va más allá de una simple cuestión de imagen.

Por eso, considero que las empresas deben afrontar dar el paso a una política activa de Responsabilidad Social Corporativa desde el prisma de su papel en la sociedad, como un ciudadano más, con obligaciones y derechos, y con la capacidad (hipermultiplicada respecto a lo que podemos hacer tú y yo) de actuar y de realmente generar un cambio positivo a nivel ecológico, económico y social en su entorno.

De ahí que adoptar una estrategia de RSC no debe afrontarse desde la ‘obligación’ sino desde una actitud de positiva. Creyendo en ello. Siendo capaz de ver todos los beneficios que aporta a las cuentas de la empresa, y sobre todo, al ambiente y al compromiso de los que trabajan en ella.

Y por supuesto, no hay prisa. No hace falta empezar la casa por el tejado, ni que la empresa se convierta en una suma de Superman y la Madre Teresa de Calcuta, simplemente hace falta que poco a poco, con calma y con alguien al frente motivado y que crea en ello, se vaya contagiando el espíritu en todos los trabajadores, desde el peón a tiempo parcial hasta el CEO.

Los resultados hablarán por sí solos.

¿Cómo ser sostenible con un presupuesto en crisis? (I)

Help the EarthHay quien pone como excusa el alto precio de los productos ecológicos para no asumir gestos sostenibles en su día a día. Es cierto que la compra bio resulta más cara  -aunque tiene otros beneficios que, puestos en la balanza, equilibran bastante el coste- pero es que tener un estilo de vida sostenible no se reduce a comprar bio. De hecho, solo comprando bio nuestra aportación real a reducir nuestra huella ecológica y acabar con las desigualdades laborales y sociales es relativamente pequeña.

¿Qué puedo hacer sin gastar demasiado dinero y que sea beneficioso para el entorno? Muchas cosas, que no solo revertirán en nuestro medioambiente y en la vida de los que no rodean, sino que, en muchos casos, nos permitirán ahorrar unos cuantos eurillos… Mira, igual los podemos dedicar a comprar alguna cosita bio de vez en cuando

En este post y otros que vendrán iremos añadiendo nuevos pequeños gestos que nos permitirán, sin coste, y poco a poco, cambiar nuestras costumbres.

En casa:
– Cambia progresivamente tus bombillas a las de bajo consumo o a las LED.  Sube las persianas y deja entrar la luz natural, intenta no encender la artificial hasta entrada la tarde.
-Apaga siempre todos los electrodomésticos después de su uso, no dejes la tele o el DVD en stand by, si tienes vitro, apaga un rato antes de acabar la cocción para aprovechar el calor acumulado.
-Asegúrate que tus ventanas y puertas exteriores están bien aisladas. Puedes mejorar el aislamiento con cintas aislantes o bien colocando toallas o mantas en invierno en los resquicios para evitar que se cuele el frío. De esta forma, podrás tardar más en tener que activar calefactores y estufas, y el calor que estas generen se mantendrá por más tiempo en tus habitaciones.
-Cómprate una buena chaqueta de lana, un buen jersey o calentadores, y con eso y una mantita, puedes pasar la tarde en el sofá sin pasar frío y sin usar calefactores.
-En verano, abre puertas y ventanas, viste ropa ligera por casa, y usa abanicos y otros sistemas para ahorrar en aire acondicionado.
– Regula la temperatura de la nevera según las necesidades reales de tus alimentos. En invierno no es necesario que esté a toda potencia, por ejemplo.
-Procura no tener la nevera totalmente vacía. Si llega fin de mes y queda poca cosa, rellena con botellas de agua, así también gastas menos. Tampoco pongas cosas calientes, espera a que se enfríen al natural antes de introducirlas en el frigorífico ¡Y abre y cierra la puerta rápido!
-Lava la ropa siempre que puedas con agua fría.
-Controla tu gasto de agua. Cierra los grifos cuando no los uses, cambia el botón de la cisterna por uno de dos intensidades, no te afeites o depiles dentro de la ducha (usa la pila o un barreño), al lavarte los dientes, usa un vaso para enjuagarte al lavarte los dientes.  Pon un filtro reductor de caudal en los grifos para aumentar la presión del agua, reduciendo consumo.

En la compra:
– Intenta comprar los productos frescos de forma más periódica (cada día, cada semana) en lugar de hacer una gran compra mensual. Así calcularás mejor lo que te hace falta y se estropeará menos la comida, generando menos residuos y desaprovechando menos los alimentos.
-Si algo está empezando a estropearse, cocínalo (hiérvelo, hazlo al vapor, etc.) y congélalo. Te durará un poco más y tirarás menos comida.
– A la hora de comprar, selecciona productos con caducidad lo más larga posible, y recuerda, la fecha de consumo preferente no indica que el producto no se pueda consumir, sino que habrá perdido alguna de sus propiedades organolépticas pero seguirá siendo consumible.
– Pregunta siempre de dónde proceden los alimentos que compras. Cuanto más lejos, más huella ecológica. Resulta sorprendente que en una país como España, rico en vegetales y frutas, por ejemplo, consumamos naranjas turcas o manzanas chilenas, en resumen, comida que ha viajado más que nosotros. Si puedes, compra productos lo más locales posibles. Lo ideal es que hubieran podido viajar en Cercanías o en un bus interurbano.
-Si en el paquete no indica de dónde procede el alimento o qué empresa lo fabrica (típico en las marcas blancas), podéis consultarlo a través de su número de registro sanitario.
– Compra en los pequeños comercios de tu barrio. Igual el precio es un poco más caro que en las grandes superficies, pero verás la diferencia en el servicio, en la confianza y en los pequeños detalles que tendrán contigo. Además, alimentaras el tejido comercial de tu zona.
– Lleva tu propia bolsa (una plegable en el bolso, por ejemplo), y ahorrás en dinero y en residuos.
-Lo mismo que es aplicable a la alimentación, lo es también al resto de productos (ropa, calzado, etc.), lo ideal es buscar el «made in Spain», o al menos, de países de la UE. No es fácil, pero vale la pena ante sucesos como los de Bangladesh. Nadie quiere vestir ropa manchada de sangre.

En la ciudad:
-Utiliza el transporte público. Ahorrarás en contaminación, en estrés, en dinero… Aunque a veces el trayecto sea más largo, le sacarás más provecho.
– Sé cívico. Respeta el mobiliario urbano, respeta el orden en las filas, sonríe, saluda a tus conocidos y vecinos, cumple con las normativas, no tires papeles al suelo, no abuses del uso de lo que la ciudad pone a tu disposición, comparte… Parece que eso no tienen nada que ver con la sostenibilidad, pero el respeto con tu entorno no puede limitarse a lo material. También lo inmaterial como la amabilidad y la educación mejoran nuestra calidad de vida.
-Haz deporte. Cuida tu salud y tu cuerpo y contribuirás a la reducción tanto del estrés como de los problemas de salud en la ciudad, contribuyendo al ahorro del sistema sanitario, a la vez que, obviamente, tú te sientes infinitamente mejor.
-Anima a tu municipio a promocionar que taxistas y transportistas usen medios menos contaminantes.
-Pon flores y plantas en tus balcones, alegra tu barrio y contribuye a aportar algo de oxígeno.
-Enrólate en actividades de barrio. Te ayudará a mejorarlo, a conocerlo y amarlo… Y las cosas que se aman se cuidan mejor.
– Separa los residuos en casa y lleva cada uno a su contenedor. Recuerda que hay cosas que hay que llevar al punto limpio, es verdad que suelen estar lejos y es un poco coñazo, pero vale la pena.

En el trabajo:
– Propón usar material reciclado como material de oficina. Probarlo al menos no cuesta nada.
– Reduce tu consumo de papel, imprimiendo a dos caras, asegurándote de que necesitas lo que imprimes, pasando documentos en pdf a tu ebook, por ejemplo…
– Apaga siempre el ordenador al irte, así como las luces, climatización, etc.
– Mantén limpio tu puesto de trabajo. Facilitarás la labor del personal de mantenimiento y limpieza, tendrás siempre a mano lo que necesites, no gastarás material extra porque no encuentres el otro…
– Si trabaja sentado, tómate un par de minutos de vez en cuando para estirar las piernas, cerrar un poco los ojos, etc… Cuanto más cansado o estresado estés, rendirás menos y estarás de peor humor lo que generará mal ambiente. Obviamente, uno hace lo que puede, pero tiene que lidiar con el resto. De todas formas, que por ti no quede.
-Usa vasos reutilizables, estilo Keep Cup, para tus cafés, o si tienes máquina de vending, sugiere que se provea de café y azúcar de comercio justo.