Vivir con residuos cero

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by flaticon.com

Nos ha encantado leer la experiencia de Lauren Singer en SModa, una chica de 23 años de Nueva York que asegura haber conseguido vivir con residuos cero. ¿Cómo lo ha logrado? Comprando a granel, reutilizando absolutamente todo, comprando en tiendas de segunda mano, haciendo sus propios productos de limpieza o llevando la ropa usada a reciclar.

En su blog Trash is for Tossers nos cuenta cómo lo consigue,  usando desde la imaginación para fabricar productos y herramientas, hasta la compra a granel o el redescubrimiento de viejas profesiones que nos facilitarían mucho la vida si las usáramos más a menudo y más sabiamente, como ya comentamos en otro post de este blog.

La pregunta que nos hacemos es ¿sería posible lograr los residuos cero en España?  Con más de esfuerzo, pero sería posible. Como todo en este país, depende de la zona en la que vivas para saber si te será más o menos fácil lograrlo. Por ejemplo, Barcelona, Baleares y Euskadi disponen de tiendas «Granel», que venden específicamente productos sin empaquetar. En Madrid hay alguna cosita discreta al respecto (por ejemplo, las tiendas Natura Sì tienen zona a granel, y La Magdalena de Proust te permite rellenar tus botes vacíos de productos de limpieza).

Pero también hay acciones más humildes que tienen mucho que aportar a la reducción de residuos en nuestro día a día. Por supuesto y en el número uno de la lista, abandonar definitivamente las bolsas de plástico (de hecho, la administración debería prohibirlas). Ni una más. Lleva siempre en un bolso una bolsa plegable, y si vas a comprar mucho, utiliza un carro de la compra que, además ¡tiene ruedas! Comprar en el mercado de tu zona no solo te ayudará a comprar producto local y reforzar el comercio de tu barrio, sino que te permitirá, si llevas bolsa o carro, reducir el gasto de bolsas, ya que puedes introducir los productos directamente en el carro. Lleva fiambreras para comprar el embutido  o el pescado (bastará con que el tendero pese el envase y lo indique como tara en su báscula) o recupera la vieja y querida bolsa del pan (y la de la merienda para tus peques en el cole).

Y no solo cuando vayas a comprar comida. No aceptes que te pongan la ropa o los zapatos en bolsas de la tienda (entre otras cosas, porque te están convirtiendo en publicidad ambulante gratuita, y no te hacen ni un triste descuento por tu aportación a su imagen de marca).

Pon en el número uno de tu lista las tiendas vintage o de segunda mano para comprar tu ropa. Hay auténticas joyas de firmas de prestigio y le darás una segunda vida a muchas cosas. Y lo mismo se aplicaría, por ejemplo, a la tecnología. Si todos aprendemos a no querer la última chuchería electrónica, sino algo que sirva para algo concreto, podremos recurrir a la segunda mano para solucionar nuestra necesidad (ojo, una necesidad que sea real).

En nuestra experiencia personal, lo más complicado es el tema de los envases.  Por más que intentemos comprar a granel o productos con pocos envoltorios, al final, nuestro cubo de selección se llena con sorprendente facilidad. Y lo peor es que, por ejemplo en el caso de la ciudad de Madrid, el sistema de reciclaje es tan deficiente que no sabemos si el esfuerzo de separar tiene algún tipo de recompensa. Teóricamente, el contenedor amarillo sirve solo para envases, latas y briks, no para plástico en general, que al parecer debe llevarse al Punto Limpio, el santo grial del reciclaje en algunos barrios.  Por ejemplo, en Chamberí no hay un punto limpio fijo y hay que perseguir al móvil por las zonas y horarios establecidos por el Ayuntamiento (a menudo poco realistas para las personas que trabajan). En los distritos donde sí hay punto limpio fijo, suele estar donde Marco Polo perdió el mechero, lo que a menudo supone que para llevar los residuos a su sitio tengas que contaminar usando un transporte privado.
Una vez en el Punto Limpio la cosa no mejora, porque hay ciertos tipos de productos que no seleccionan (como por ejemplo, los espejos) y que directamente te dicen que los tires a un saco de obra. Y sinceramente, no nos queda demasiado claro si algo tan contaminante como un espejo llega al lugar adecuado dejándolo por ahí.
Otras localidades como Barcelona, o incluso en la Comunidad de Madrid, Parla que dispone de recogida selectiva neumática, son mucho más precisas a la hora de permitir separar la basura. En Madrid, no existe lugar para el desecho (por ejemplo, el material higiénico usado, los pañuelos de papel, etc…) Solo falta tener que llevarse la bolsa en el autobús a otra localidad para poder depositarla en su sitio adecuado.

¿Qué hacemos con la ropa vieja? Algunos puntos limpios suelen recogerla, pero podemos reciclarla donándola a roperos de caridad o usarla para crearte nuevas prendas o cosas para la casa como demuestran los amigos de Ecocosas.  No es cuestión de ser un artista ni de ser un flipado que no tira nada, es que hace no tanto, nuestras abuelas hacían lo mismo. Recordamos la historia de una tía abuela que deshacía jerseys viejos que le daban los vecinos y con la lana que sacaba tejía cuadritos de ganchillo que luego convertía en cojines, bufandas, colchas, etc… Pero como demuestra el enlace que os hemos adjuntado, no hace falta ser tan superhabilidoso, simplemente, un poco de imaginación y ganas de no desperdiciar nada.

Incluso con las dificultades con las que nos encontramos a la hora de reciclar en muchas ciudades españolas y la falta de recursos que otros países sí tienen, como los envases retornables,  aún hay mucho que podemos hacer. Abandonar las bolsas de plástico, los vasos, cubiertos y servilletas de papel, y cambiarlos por vajillas, tazas, botes o servilletas reutilizables, reducir el uso de plásticos y optar por el cristal, la tela, la madera reutilizada, etc. Asegurarnos que lo que pretendemos tirar a la basura no tiene algún uso en nuestro hogar o en el de algún amigo. O si no podemos donarlo o venderlo en alguna tienda de segunda mano física u online.

Pongámonos un buen propósito para 2015. Decidamos dejar de tirar algo de nuestra vida cotidiana. Dejemos de comprar en envases de plástico, o de tirar ropa, o de tirar libros… Dejemos de tirar y comencemos a usar con cabeza. Aunque solo lo logremos con algo pequeño y a priori sin importancia, lo cierto es que  habremos dado un primer gran paso.

 

Envases de ida y vuelta

Cuando era pequeña, una de mis vías de ingresos era bajar las botellas usadas de agua con gas de mis abuelos y las botellas de leche a la tienda del barrio y recuperar el importe de los envases. En aquella época, poco o nada se hablaba del reciclaje en España, no había esa conciencia, pero muchos de los gestos diarios estaban enfocados, sin prácticamente intención, a reutilizar.
Aquellos que coleccionen botellas de refresco antiguas encontrarán en muchas de ellas grabado el concepto «envase retornable».  Gaseosas, leche, sifones, y muchos otros productos permitían ese uso,y de hecho, a día de hoy, los botellines de refresco de hostelería también pasan por este proceso. Una vez usado el producto, el envase se devuelve a la empresa que lo lava y lo reutiliza.  Sencillo ¿no?

Sí, sencillo y eficaz. Una manera de dar miles de usos a un producto. Una costumbre que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo y la extensión del uso de envases de plástico y latas. Pero, ¿no podría aplicarse esto también al plástico y el aluminio?

Muchos países del mundo tienen un sistema de envases retornables tanto en plástico como en aluminio y una legislación al respecto. Todos sabemos que, más a menudo de lo recomendable, reciclar nos da pereza, pero sí por medio ponemos una pequeña recompensa económica, la cosa funciona.

En China, por ejemplo, han instalado en el metro unas maquinas que te permiten pagar el billete con latas y botellas utilizadas y vacías. En  Alemania o Finlandia, muchos hipermercados tienen máquinas de recogida de latas y botellas de plástico, que emiten un tique por el valor de retorno de esos envases que se te descuenta de la cuenta final de tu compra. En Noruega se recicla hasta el 92% de las latas y el 82% de las botellas de plástico gracias a este sistema.

En España medio millón de toneladas de latas y botellas de plástico se quedan enterradas en vertederos o son quemados en incineradoras, según estudio del Gremi de la Recuperació de Catalunya .
Era hora de actuar y a ello se está dedicando Retorna.org, una organización que aboga por implantar un sistema de envases retornables para optimizar la recogida y selección de materiales reciclables.

 

El sistema funciona de manera muy sencilla, como se explica en este vídeo

El sistema mejora el nivel de reciclaje, ya que logra recuperar 9 de cada 10 envases, reduce los costes de reciclaje (ya que la selección se hace de forma más eficaz que actualmente) y permite a organizaciones y administración pública ahorrar y orientar de forma eficiente su logística en cuanto a recogida y reutilización.