Cuando hablamos de sostenibilidad solemos recordar las tres R, Reduce, Reutiliza y Recicla. Pero hay una cuarta R, que no solo genera un entorno sostenible medioambientalmente, sino también económicamente: REPARAR.
¿Por qué, alegremente, desechamos algunos productos cuando han dejado de funcionar? Todos hemos oído hablar de la obsolescencia programada, pero parece que olvidamos que existe un camino, sino para luchar contra ese fenómeno, al menos para irlo bordeando.
Hay muchas cosas que se pueden reparar, algunas en nuestra propia casa (por ejemplo, zurcir unos calcetines) y otras a manos de expertos, de profesionales, que desgraciadamente se están perdiendo: Zapateros, modistas, herreros, lateros… Y no solo en cuestiones tradicionales, también en aspectos tecnológicos preferimos comprarnos algo nuevo a reparar el antiguo. ¿Sale más caro? Quizá, pero también estamos reduciendo consumo, gasto energético, gasto de materia prima… Y al final ¿no estábamos satisfechos con el rendimiento del producto? Pues no tiene sentido descartarlo…
Mantener y promocionar este tipo de profesiones solo tiene sentido si pensamos usarlas. Usar a tu zapatero para reparar ese zapato baqueteado pero que te en
canta, en lugar de comprar otro, genera riqueza en tu entorno directo, en tu barrio. Recuperar estas profesiones, recupera una parte de la economía local que se está perdiendo y que está contribuyendo al empobrecimiento comercial de los barrios y las zonas menos céntricas de las ciudades.
Además, mantiene una serie de tradiciones populares de arraigo, de conocimientos transmitidos de generación en generación, y obviamente, en el caso de que nosotros mismos nos animemos a aprender, nos ofrece nuevas actividades que aprender, nuevos retos manuales o intelectuales, y aún más conocimiento que transmitir.
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