La huella del consumo irresponsable

Leíamos hoy en YoDona, un estudio realizado por Vaselina sobre el uso de los cosméticos.  Según este informe, cada mujer malgasta durante su vida 5197 productos cosméticos, desde nutritivas, hasta barras de labios o lacas de uñas. Que levante la mano quien nunca ha tirado una laca porque de no usarla se ha secado.

broken-blush-and-makeup-brush-909989-mAdemás de suponer un derroche de unos 131.000 euros durante la vida, dato que también facilita el estudio, vayamos un poco más allá y pensemos en magnitudes de derroche.

5197 productos cosméticos tirado a la basura suponen, calculando una media de 50 ml. por cada producto, prácticamente 300.000 ml de productos desperdiciados, es decir 300.000 ml (o 300 litros) por mujer (occidental, suponemos, ya que no se especifica en el artículo). Teniendo en cuenta que el mundo más desarrollado en 2005, según datos del Population Reference Bureau, había 622 millones de mujeres, tenemos un total de 186.600 millones de litros de producto desperdiciado. Además de los envases, obviamente, cuyo volumen plástico es difícil de calcular, pero imaginemos que fueran 10 gramos por envase:

10gr x 5197 productos x 622.000.000 de mujeres= 32.325 millones de kilos de plástico desperdiciado.

Si, para rizar el rizo, tenemos en cuenta que buena parte de los cosméticos que se comercializan actualmente tienen como base componentes procedentes del petróleo, y los envases del plástico son básicamente petróleo, podemos hacernos una idea del impacto que tiene sobre un bien escaso y no renovable nuestra poca cabeza a la hora de adquirir productos de belleza.

¿Podemos hacer algo al respecto? Obviamente, aplicar los principios del consumo responsable.

1. Coge papel y lápiz y escribe cuáles son los productos que siempre, sí o sí, utilizas.

En nuestro caso, por ejemplo, sería el jabón corporal, el champú, la crema hidratante, la limpiadora, la exfoliante, la pasta de dientes, el desodorante, el lápiz de ojos, la sombra de ojos, la máscara de pestañas, el colorete, el lápiz de labios, la laca de uñas y el corrector.  En verano, factor de protección solar e hidratante corporal.

2. Añade aquellos productos que utilizas en ocasiones especiales, pero realmente utilizas.

Por ejemplo, la base de maquillaje o los polvos, la mascarilla facial, alguna sombra de ojos de fantasía o algún complemento del peinado (espumas, lacas, geles).

3. De todas esta lista, piensa qué cosas podrías sustituir usando productos caseros. 

Nosotros hemos cambiado el champú tradicional por una infusión de saponaria y hammamelis, que guardamos en una botella reutilizada. La exfoliante la hacemos a veces con un producto hecho de polvo de hueso de albaricoque, a veces con azúcar.  Para el desodorante combinamos uno de base de alcohol, con el bicarbonato sódico. El acondicionador del pelo lo hemos sustituido por yogur (que usamos si se ha caducado). Y en el jabón corporal, hemos sustituido el gel por un jabón natural con productos biodegradables en pastilla, que, entre otras cosas, ahorra envases.
El resto de productos, manufacturados, son de ecológicos con certificados Ecocert, Biocosmetic u otros.

4. Revisa tus cajones y mira qué tienes en casa que puedes reaprovechar.

No descartes, por ejemplo, las sombras de ojos, coloretes o polvos que se han roto. Puedes repararlos. Lo mismo sucede con las máscaras de pestañas secas.

5. Sé sincera contigo misma y valora cuáles son las marcas que te han funcionado siempre bien y los colores que te favorecen.

Compara los componentes de esas marcas y cosméticos con otros de origen ecológico. Hay artículos y páginas web que explican las características de las diversas sustancias que usa la industria y sus propiedades y páginas donde se explica cómo lograr esas mismas propiedades con productos naturales. Recuerda que muchos de los componentes de la industria tradicional son tóxicos, no en las cantidades que se usan en cada cosmético a nivel individual, pero no se sabe qué efectos tendrán sobre nuestro cuerpo con la acumulación a lo largo de los años.
Opta siempre que puedas por productos biodegradables.

6. Crea una nueva lista con los productos que van a ser los fijos en tu baño/tocador. Estrena filosofía de consumo responsable.

  • No compres un envase nuevo hasta que el viejo no esté a punto de acabarse.  Si puedes, recicla el envase, bien en su contenedor o bien usando productos cuyas empresas recojan los envases usados.
  • Compra solo lo que necesites.
  • Procura no dejarte llevar por la tentación de las modas.  Al final, solo unos cuantos colores te sientan bien, y cada cara tiene un tipo de maquillaje que le conviene.
  • Cuidado con los consejos cuando vas a un centro de estética. Muchos son bienintencionados, pero muchos solo son una forma de venderte el producto de la casa. Recuerda que tú ya tienes una lista de productos que te funcionan. Y no es una lista cerrada, puede cambiar, pero no cambies hasta que no hayas acabado el producto anterior.
  • No te creas eso de que hay que ir cambiando de producto para que la piel/pelo no se acostumbre. Eso no tiene base científica y no es más que un bulo para evitar la fidelización a un solo producto.
  • A medida que te vas conociendo mejor y vas conociendo otras formas naturales y caseras de cuidarte, reduce tu consumo de cosméticos.

La intención no es acabar con la industria cosmética. Es poco a poco, forzar a que sea un industria responsable, consciente y respetuosa con el medio ambiente, y sobre todo con sus usuarios. Piensa que cada input que te invita a comprarte un nuevo cosmético no es más que un mensaje que intenta decirte que no estás a la altura, que no cumples unos cánones de belleza.
Los cosméticos son una herramienta para cuidar nuestro cuerpo y tener buen aspecto. Nada más. Todo lo demás (modas, looks, etc.) no son más que fórmulas que quieren empujarnos a consumir más y más.  Y a aumentar aún más el volumen de cosméticos desechados, de residuos y de contaminación.