Moda sostenible sí, pero para todos

Revisando las estadísticas de este blog, vemos que la sección más visitada es el Armario de SyS,  el rincón en el que proponemos lugares en los que comprar ropa sostenible, previa experiencia propia.

clothes-in-fashion-rio-1471480Parece que, junto con la alimentación orgánica, la moda sostenible, la slow fashion, es uno de los ganchos gracias a los que mucha gente se está interesando por la sostenibilidad. Este mismo fin de semana en BioCultura Madrid habrá una amplia representación de las marcas y talleres que están apostando por hacer piezas de ropa con conciencia y cada vez son más frecuentes las menciones a la slow fashion en las revistas de femeninas, lideresas de opinión en el mundo de la moda.

Es una gran noticia que la moda sostenible entre en la arena y ocupe el espacio que hasta ahora solo ocupaban las grandes marcas, pero que no se nos escape que para conseguir que la sostenibilidad llegue a los armarios de todos los ciudadanos -que es nuestro objetivo o debería ser- hay que orientar el sector también hacia los básicos, hacia la ropa de día a día, y sobre todo, hacia precios competitivos.

Partiendo de la premisa que una pieza hecha siguiendo criterios de sostenibilidad va a tener buena calidad y una producción costosa, entendemos que no se pueden ofertar prendas a precios de cadena de ropa, pero tampoco podemos pretender que los ciudadanos se vistan a precio de diseñador en su vida cotidiana. Un ciudadano medio en este país no puede permitirse una camiseta de 60 euros, ni siquiera, aunque decida reducir su armario para ser más sostenible.

No sabemos si el problema está en el precio de los materiales, en el coste productivo o en el hecho de que muchas marcas sostenibles se miran en el espejo de sus homólogas europeas, inspirándose en ellas para poner los precios y perdiendo de vista de que los sueldos en España no son los sueldos en el resto de Europa.

Además del precio, el estilo de la ropa que se está fabricando en más de una ocasión no está orientado hacia un gran mercado, sino hacia uno pequeño y específico, formado por profesionales liberales, educados, concienciados o solo alineados a una nueva ola sin demasiado compromiso, que a una señora de 55 años de Leganés. El problema, a nuestro parecer, es que la moda sostenible está creciendo pensando en satisfacer a un consumidor con buen estatus, en la línea de lo que en Francia se conoce como bobo, en lugar de pensar que el trabajo está más en hacer llegar la sostenibilidad a cada hogar, porque en ahí está la fuerza para cambiar realmente el planeta.

El equilibro medioambiental no se aguanta si el compromiso solo está al alcance económico y estilístico de unos pocos. Si no se hacen camisetas y camisas básicas a precios más ajustados, en las que la calidad y durabilidad pueda convencer a los más pacatos a pesar del precio. Si dejáramos de un lado el esnobismo y produjéramos chandals, aunque suene un poco estereotipado, estamos convencidos que poco a poco ganaríamos argumentos para convencer a las hordas que ahora hacen cola en la puerta de las grandes cadenas baratas, de que por un poco más pueden llevarse algo que les gusta, les durará y que contribuirá a un planeta más sano.

Mientras la oferta disponible suene a pijoterío, caro además, tememos que la slow fashion quedé reducida a una moda pasajera, encima,  al alcance solo de unos pocos.

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