El dilema del veganismo

photo by: John Olsson
photo by: John Olsson

 

No suelo escribir posts en primera persona, sobre mis posicionamientos, sino que suelo optar por una visión un poco más general y más informativa, pero esta vez creo que es lo más adecuado. Hace unas semanas que vengo acabando en conversaciones sobre la alimentación y las actitudes sostenibles/responsables, lo cual ha hecho que me cruce en el camino con no pocos veganos.  Por eso he sentido la necesidad de escribir este post, que no es una crítica sino la reflexión que yo misma me he hecho a la hora de valorar si consideraba ser vegana como una opción alineada con mi compromiso con el planeta.

Se entiende por veganismo, según la Wikipedia (ya que la RAE no contempla el término),  la práctica de abstenerse del consumo o uso de productos de origen animal. En el sentido más estricto, es una actitud ética caracterizada por el rechazo a la explotación de otros seres sensibles como mercancía, útiles o productos de consumo.

En resumen, el veganismo aboga por la no utilización de animales en el desarrollo del consumo humano, ni como alimento, ni como materia prima de ningún producto. Y de la misma manera, evitar que en cualquier proceso humano un animal sufra, ya que entiende que los animales no son objetos de nuestra propiedad.

Desde un punto de vista puramente ético, entiendo la posición de los veganos. Entiendo que quieran respetar a los animales, no producirles sufrimiento. Entiendo que no son de nadie (argumento que, por otra parte, podría ser aplicado perfectamente a las plantas). Pero,  mirando esta filosofía desde un punto de vista de sostenibilidad, y probablemente con más ingenuidad -y, probablemente ignorancia- de la que sería recomendable a ciertas edades, me pregunto si esta filosofía, al final, no acaba obstaculizando en cierta manera el desarrollo sostenible, y me pregunto también si siendo algo menos radicales en esta postura, es decir, racionalizando el uso de los animales en nuestro desarrollo no podríamos tener un impacto ecológico menor. Y quede abierto el debate.

El argumento en el que se sustenta el hecho de que hayamos llamado a este post «El dilema del veganismo», es básicamente, que al renunciar al uso de material procedente de animales, debemos buscar un sustitutivo, que en muchas ocasiones, procede de fibras, materiales y elementos sintéticos procedentes del procesamiento del petróleo. Como se indica en esta página especializada en ropa y calzado vegano, muchos de los artículos están realizados con poliuretano, polipiel y otras fibras sintéticas, y solo algunos proceden de material reciclado. De la misma manera, cosas como la porcelana apta para veganos no usa porcelana de ceniza de huesos (Bone China), sino propyleno, y diversos minerales (cuarzo, feldespato…). Todos ellos materiales finitos y no renovables (aunque algunos sí que son reciclables).

El hecho de que el veganismo, impulsado por celebrities militantes como Gwyneth Paltrow o Moby, esté poniéndose de moda implica que cada vez más tendrán que producirse este tipo de materiales para satisfacer la oferta de los nuevos conversos.

Todo ello me hace preguntarme, ¿cómo sería un futuro 100% vegano?

Sospecho, aunque no tengo datos ya que no dispongo de los conocimientos para ello, que en un futuro vegano, sin uso de animales, habría algunas especies cuya readaptación sería muy comprometida, como todas aquellas vinculadas al mundo de la granja, cuya evolución tras años relacionados con la vida humana, desconozco si podría reconducirse a una vida salvaje.

También sospecho que la agricultura se vería comprometida en un futuro solo vegano, ya que no se podrían usar animales para diversos usos agrícolas, y en cambio, se debería recurrir a maquinaria, con sus consumos de fuel (o biomasa), y sus procesos mecánicos de construcción. Cuando, probablemente, en una agricultura ecológica, menos latifundista, habría una buena oportunidad de recuperar el trabajo animal para sustituir a la maquinaria.
Y cuando digo trabajo animal digo trabajo, no explotación. Es decir, animales que colaboran con el agricultor, y reciben a cambio cuidados y atenciones.
Tampoco se encuentra entre las prioridades del veganismo, como filosofía, el consumo de productos locales, mientras que por cuestiones dietéticas sí que se promulga el uso de semillas y frutos de procedencia exótica para reequilibrar algunas carencias de una dieta algo restrictiva, aunque, obviamente, optar o no por la agricultura de kilómetro cero no va ligado tanto al veganismo, sino a una convicción personal, y me consta que  hay veganos que hacen ese doble esfuerzo.

Por otro lado, es cierto que el veganismo reduciría de forma drástica la producción extensiva de granos y pienso, la emisión de metano por parte de los animales, las emisiones por transporte de los mismos animales, los residuos vinculados a la industria ganadera, así como los residuos de nuestros propios hogares y los grandes centros de distribución,  etc.

Otras preguntas que me surgen son cosas como, la actitud que debería tomarse ante los ataques de animales salvajes (cuyo número aumentaría al no estar relacionados directamente con el hombre), o por qué parecemos olvidar siempre que las plantas también son seres vivos  (y que solamente a priori no sienten, puede que sientan pero no tengan la capacidad de comunicarlo), o si, por el contrario, adoptar el veganismo reordenaría la cadena trófica, que según estudios recientes indican que el hombre no sería un gran depredador como pensábamos.

Insistimos, no es una crítica al veganismo, sino una reflexión de un blog cuya razón de ser es la introducción de ideas y actitudes que conduzcan a una relación más equilibrada con el entorno y el planeta. Una reflexión para que cada uno tome la actitud que considere más conveniente y ojalá sirva para encontrar caminos sostenible para todos, veganos, vegatarianos, flexitarianos y todo tipo de aproximaciones éticas a la cotidianeidad.

En todo caso, entendemos que podemos construir una sociedad en que los humanos y los animales podamos tener una relación respetuosa en la que unos saquemos beneficio de los otros. Es decir, una relación en la que el hombre pueda beneficiarse de las propiedades y usos del animal (y de las plantas), de manera racional y no sobreindustrializada, de la misma manera que el animal (y las plantas) pueda beneficiarse de una calidad de vida adecuada, de un paso por este mundo cuidado y lo menos explotado posible.
Y eso nos conduciría a todos a cambiar muchos hábitos, igual no con la contundencia del veganismo, pero sí con convicción: comer menos carne y productos procedentes de animales, utilizar materiales y materias primas de animales de los que se puedan hacer diferentes usos en lugar de productos procedentes de fuentes no renovables, reducir la ganadería masiva, proteger a las especies, reciclar y reutilizar aquello que ya está fabricado para evitar tener que generar más…

Que cada uno elija su nivel de compromiso y su perspectiva, pero al final cualquier aportación en conciencia para un mundo más equilibrado y sostenible nos va a enriquecer a todos.

2 comentarios sobre “El dilema del veganismo

  1. Hola. Soy vegana y quería mostrar mi desacuerdo con los argumentos expuestos.
    Es posible (y, de hecho, muy practicado) no usar animales y a la vez consumir ecológico y de proximidad, además de utilizar alternativas vegetales en ropa y calzado (hay hasta ‘cuero’ hecho con piel de mango).
    Tampoco hace falta tomar productos exóticos porque no hay que paliar deficiencias (tal como respalda la OMS y la Asociación Americana de Dietética); sólo hay que tomar suplemento de vitamina B12.
    Un uso racional de los animales seguiría siendo un uso, una relación de no consentimiento (no una relación de trabajo en la que hay acuerdo y beneficio mutuos); es como si se justificara la esclavitud de personas negras argumentando que trabajan para mi pero a cambio les doy techo y comida y les trato bien.
    Por último, me gustaría señalar que el artículo ‘Do plants think?’ enlazado respecto a la capacidad de sentir por parte de las plantas dice hacia el final (en la pregunta sexta): ‘Just as a plant can’t suffer subjective pain in the absence of a brain, I also don’t think that it thinks.’. Por lo tanto, no respalda que las plantas sientan dolor (o placer), debido a que no tienen sistema nervioso como los animales.
    Un saludo.

  2. Totalmente de acuerdo con este comentario. Por supuesto que es una crítica al veganismo y un apoyo a la explotación, comparar una planta cin un animal denota que nibhas profundizado nada en lo más básico, biología. Un animal tiene capacidad de sentir, y de sufrir. Su sistema nervioso es análogo al humano, el de las plantas es totalmente distinto. Sencillamente se trata de consumir sin hacer daño directo pudiendo hacerlo. Que los plásticos y derivados del petróleo contaminan? Pues no tanto como el sufrimiento que genera una granja y un matadero. Amen que hay muchas alternativas ya naturales no contaminantes y veganas. La opción es fácil y clara, el problema es el de siempre, el ego humano y nuestro afán de disfrutar con el sufrimiento de otros seres vivos, indistintamente de su especie, incluida la nuestra propia.

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